Es muy frecuente oír a los padres decir esta frase a sus hijos al momento de “estudiar” o “hacer las tareas” escolares. Parece ser que los padres sienten que su apoyo a los hijos consiste en el acompañamiento, literal, concreto, que implica suspender todas las actividades de adulto por algunas horas, para adentrarse en el mundo escolar de sus hijos. Hay también, implícito en ello, un fuerte componente de culpa, especialmente en los padres que trabajan, quienes sienten que si ellos no están al lado de sus hijos “enseñándoles”, ellos no aprenderán lo suficiente o les irá mal en el colegio.
Por otra parte, las realidades educativas formales (colegios) también transmiten estas ideas de manera implícita, aún cuando representan una paradoja en la cual me quiero detener.
El discurso escolar a veces parece muy contradictorio, porque habla de la AUTONOMÍA, espera que sus alumnos sean autónomos, se hagan responsables, asuman consecuencias de sus actos y tantas otras expectativas más. No obstante, cuando llega la hora de colocar en práctica el ejercicio de estas capacidades, los actos dicen lo contrario.
Diagramo una sencilla comparación:
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DISCURSO ESCOLAR | PARADOJA |
“Los niños son demasiado dependientes y no se hacen cargo de su proceso de estudio” | Cuando el alumno llega al colegio sin alguna tarea, la nota o comunicación se escribe en el mismo cuaderno o libreta para “la mamá” o “los papás”. No hay una focalización formadora del problema en el propio alumno, por lo cual, las probabilidades de que “se haga cargo” son bajas, porque no se piensa en él como responsable de su proceso. |
“Los padres son los primeros formadores” | Si bien, esta afirmación es absolutamente cierta, no es menos cierto que ser padres no es una carrera para la que se cuenta con estudios previos. A nadie enseñan a ser padre. Por tanto, la conducción del proceso de formación de hábitos en casa debe ser orientada, no sólo desde el discurso del deber ser, sino desde el sentido que tienen determinados aprendizajes para el desarrollo de la vida misma y no únicamente para el cumplimiento escolar. Esta falta de comprensión por parte de muchos padres les lleva a “hacer las tareas con los hijos” o en el peor de los casos, a “hacer ellos mismos las tareas de sus hijos” para que no sean catalogados de irresponsables o no cumplidores en el colegio. Es aquí donde la orientación franca de parte del profesional (que sí estudió cinco años para enseñar) y su focalización sincera, planificada y proyectada en el tiempo, se hacen imprescindibles, para intencionar acciones que favorezcan la modificabilidad de sus alumnos. Esto se logra siempre que se cuente con los padres como aliados y se trabaje por lograrlo. |
“Los padres deben acompañar a sus hijos, especialmente en las etapas tempranas, para luego “soltarlos” y permitirles que sean independientes”.
| En este caso, nuestra postura como Centro de Estudio es un tanto distinta. Creemos que mientras más temprano se forme el hábito de estudio y se permita al niño enfrentar sus errores como una oportunidad para aprender, mejores resultados (no sólo académicos, sino también personales) se obtendrán para toda la vida. Los padres deben estar “presentes”, pero hay otras maneras de hacerlo desde la perspectiva formadora. |
“La familia transmite valores y principios y el colegio se encarga de los contenidos”
| Sin embargo, es común ver que muchas tareas escolares (especialmente en las etapas tempranas) se envían al hogar sin haber sido siquiera mencionadas en la sala de clases. Se busca profundizar y avanzar para que el alumno “aprenda más”, pero muchas veces son los padres quienes terminan enseñando a sumar con reserva, a resolver problemas, a leer, etc. Etc. La dificultad se genera cuando dichos niños avanzan de curso y los padres no manejan los contenidos escolares (que son distintos a como ellos aprendieron). Entonces se produce un nudo complejo que conlleva a desencanto y este niño, que ya es mayor se pierde sin este soporte que le ha acompañado por tanto tiempo. |
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Frente a lo anterior cabe preguntarse: ¿Son estos los padres que ayudan a sus hijos a aprender? ¿Cómo resuelven estos temas los padres que tienen horarios de trabajo intensos y que no ven a sus hijos hasta que ya es tiempo de ir a la cama? ¿Cómo enseñan contenidos escolares los padres cuya educación no ha llegado a niveles superiores? . En tales casos, ¿Los niños están condenados a ser mediocres por no contar con la compañía de sus padres mientras hacen tareas?.
Estas preguntas nos deben llevar a reflexionar respecto de la gran responsabilidad familiar de formar hijos autónomos (lo que no es sinónimo de “criarse solos”). De valorar la importancia que tiene el “hacerse cargo” desde las edades más tempranas. De comprender que el aprendizaje, cuando ha llevado consigo el darse cuenta de los propios errores y asumirlos como una oportunidad de volver a intentar, tiene un sabor diferente para el que aprende. Sí, un sabor muy distinto al que genera el discurso del deber ser sin la práctica necesaria y sin la construcción de la experiencia por parte del propio hijo o alumno.
Aquí, los roles que asumen docentes y padres no parecen iguales, pero van hacia el mismo objetivo, pues en definitiva la PEDAGOGÍA es “la ciencia que se ocupa de la educación y la enseñanza. ..
…Luego, el pedagogo es el experto en educación formal y no formal que investiga la manera de organizar mejor sistemas y programas educativos, con el objeto de favorecer al máximo el desarrollo de las personas y las sociedades. Estudia la educación en todas sus vertientes: escolar, familiar, laboral y social. “.
¿Quién dice que el pedagogo solamente enseña contenidos escolares, dejando en segundo plano la formación integral de sus alumnos , alumnas y familias?.
Por otra parte, los padres son, efectivamente, los principales formadores, ellos instalan hábitos para la vida en sociedad y para el propio desarrollo. Ellos estimulan la autoestima y a su vez ellos sancionan. Ellos siguen el proceso escolar de sus hijos y depende de su formación, en gran medida, el resultado, siempre que se coloquen las responsabilidades en quienes corresponde según el rol que se cumple.
Es muy triste oír a los padres de hijos pequeños justificar actos injustificables tales como: “no te preocupes, porque yo también peleé cuando tenía tu edad”. “No eres el primer ni el último niño que muerde a un compañero”. “Una patada la da cualquiera y nadie ha muerto por ello”. “No te preocupes porque tus compañeros no trabajaron contigo en el taller grupal que el colegio les encomendó. Colócalos en el listado igual, porque debes ser solidario”. “Nadie a muerto por copiar en las pruebas”.
Aunque a muchos lectores parezcan increíbles las frases antes citadas, he tenido la oportunidad de oírlas muchas veces en estos 17 años de trabajo con alumnos. Y todavía nos preguntamos por qué nuestros niños han perdido el respeto y se ven cada vez más violentos e irresponsables.
Algo no estamos haciendo bien, desde la comprensión del concepto de educar. En algún minuto alguien instaló la errónea idea de que educar era “enseñar contenidos”, los que, si bien son necesarios y se pueden aprender bien, constituyen solamente un medio para la búsqueda profunda en la que debemos insertarnos.
Cuando invite a su hijo a estudiar y hacer tareas, respire profundo, piense en el sentido que dicha actividad tiene y coloque los roles en el lugar que deben estar: “Es hora de tu estudio, que te vaya muy bien en él, y aprendas de tus aciertos y tus errores. Si me necesitas, estaré cerca”.
"La utopía está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se desplaza diez pasos más allá. Por mucho que camine, nunca la alcanzaré. Entonces,... ¿para qué sirve la utopía? Para eso: sirve para caminar."
Cecilia Barra Contreras
Directora CLUB DEL SABER
Machalí